Un baño de restaurant de cierto nivel. Música ambiental. Alfonso, un hombre de 45 años, se lava las manos, cuando entra Octavio, un hombre muy acicalado, de casi 60 años. Alfonso intenta huir.
A: (Sorprendido) ¿Qué haces aquí?
O: Necesito hablar contigo.
A: Ya es muy tarde.
O: (Le ataja el paso) No te vayas.
A: Eso debiste haber pensado cuando me traicionaste.
O: Por favor, Alfonso, tu sabes como es la política.
A: Tú sabías todo y no te importó sacrificarme como candidato.
O: Todo es cuestión de esperar.
A: ¡Esperar! ¡Esperar otros seis años para la candidatura!
O: Tú eres muy valioso para el partido... y para mí (Intenta acercarse a él)
A: Pues no lo parece. ¿Acaso te divorciaste?
O: No empecemos con lo mismo.
A: Mejor me voy.
O: Tu sabes lo importante que es mi imagen.
A: (Molesto) ¡Por cierto, saludame a Marcos, tu nuevo amante anoréxico! Y tu imagen métetela por el culo.
O: ¡Y tú te vas con el otro partido! ¡Esa es la verdad! ¡Traidor!
A: ¡Déjame pasar! (Se abalanza contra él. Oscuro. Sonido de bomba. Regresa luz. Los cuerpos de Alfonso y Octavio están acuclillados. Entra un mesero agitado y los mira sorprendido):
-¿Señores? ¿Están bien? Explotó una bomba a tres cuadras y hay que desalojar.
Octavio se levanta y huye aterrado. Alfonso se queda está shockeado. El mesero se acerca a atenderlo. Oscuro.
martes, 11 de febrero de 2014
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