jueves, 23 de julio de 2009

BICEFALO: sesión de fotos










En el año 2007, fuimos convocados a participar en el Festival del Terror, actividad organizada por el grupo poblano especializado en terror, Paso Nocturno. En efecto, estuvimos presentes con la obra Bicéfalo, un díptico supuestamente de terror; la puesta en escena en la Casa de Cultura de Puebla fue un auténtico desmadre y hasta algunos de los entenados se empujaron tras bambalinas, la Clorimonda, protagonista de la primera obra, La muerta enamorada, adaptación del cuento francés, hizo un escándalo porque no le sirvieron vino en la copa y se hizo un mutis eterno, mientras los espectadores poblanos abandonaban sus butacas fúricos ante el profesionalismo del grupo, sólo unos cuantos heroicos permanecieron en la sala, y mientras me rio recordando esta historia les dejo una sesión de fotos tomada allá por julio de 2007 y que sirvieron como preess book para presentar la obra.


























Ahora en 2014 les presento la crónica La muerta encabronada que para la materia de Crónica literaria del diplomado en Creación Literaria UV-UAM, escribí.

I -¡Líquido!, ¡líquido! -¿Qué le pasa a la Peluda? ¿Por qué no está en escena? - ¡Rápido!, ¡líquido para las copas! - ¡Oye, no me empujes! - Nahúm, ¿qué coños haces ahí acostado?, ¡salva la escena!, ¡improvisa! - ¡Líquido!, ¡líquido! - ¡Vete a la chingada! II Nos costó elegir la obra. Y digo, nos costó porque haciendo un ejercicio democrático, solicité a los integrantes del grupo teatral proponer alguna o desarrollar ideas. Todo comenzó un año antes, por invitación de los poblanos de Paso Nocturno a su festival del horror. Ellos presentaron en Orizaba La llorona, leyenda del mesón del Cristo y correspondiendo a dicha invitación nos convocaron. Era una excelente oportunidad para lucirnos. Gaby, la darketa del grupo propuso adaptar La muerta enamorada, el cuento vampírico de Gautier. Acepté. Hicimos la sesión de fotos para mandar vía correo electrónico, en el Teatro Llave. Brito las tomó. Elegí a Carlos, el metrosexual del grupo, para interpretar a Romualdo, un joven cura recién ordenado, que en plena ceremonia solemne se enamora de Clorimonda. Y desde luego, Gaby sería la misteriosa vampira. Matizadas en colores rojos y ámbar, las imágenes de Brito resumían la historia: erotismo, obsesión y culpa. La química entre ambos era perfecta. Un mes antes de la presentación, las cosas cambian: ahora son dos historias de terror, La muerta, ubicada en el siglo XIX y otra, en la actualidad. Ambas unidas por un personaje enfundando en una capucha, que representa la culpa y atormenta a los protagonistas. Para complicar aún más las cosas, Carlos deja el grupo, presionado, según él por sus estudios. Sólo tengo disponible a Nahúm, preparatoriano con unos
cuantos meses en el grupo para darle vida a Romualdo. De cabello negro, tez clara, cara de niño, admirador de Jodorowsky y Sabina, acepta. Gaby permanece en el rol de Clorimonda. Sin embargo, maneja un doble discurso: asiste a los primeros ensayos y dice a los compañeros que prefiere que la dirija Alberto Lara, ya que yo no me enfoco a dirigir, sino me la paso poniéndoles ejercicios. Finalmente, pone el pretexto de que irá Carlos y ella quería lanzarse a la disco en Puebla, mejor no va. En esos días, llega Larissa, una adolescente de ojos claros, y mucho vello en los brazos, que dice tener diecisiete años, después, sabría que tenía quince. Afirma que estuvo en la escuela de teatro de Miguel Pizarro en Córdoba: lo demandó por haberle gritado. Muestra interés por participar en el grupo. ¿Será ella acaso la elegida para ser Clorimonda? Ella acepta. Quedan sólo tres semanas. Iniciamos el proceso del montaje, la lectura de mesa, los ejercicios de construcción de personaje, buscando la forma en que Nahúm y Larissa se acoplen. En un ejercicio de comunicación, ella le dice "te pareces a mi hermano muerto". En el grupo, la nombran como la Peluda. Nahúm se queja con sus conocidos de los besos que ella le da con verdadera furia, pero los acepta. Larissa toma las indicaciones de la obra muy literal, pareciera que sólo hay una forma de hacer las cosas, al final, accede a mis indicaciones. Para variar, una faringitis me aleja de los ensayos unos días y confío que ellos lo hagan, cosa que no cumplen. La producción avanza lentamente: el vestuario de la obra de época se confecciona a cuentagotas, no todos llegan a los ensayos; me encanta complicarme la vida, ya que la decisión de armar dos historias dificulta todo aún más. Un día, antes de partir a Puebla, llega Larissa: - Maestro, hable con mi mamá, no quiere dejarme ir. -¿Cómo? Si ella ya sabía. - Márquele por teléfono. Suplicar, casi rogar. Acepto todas las condiciones de la señora. (Qué vieja tan payasa). Ahora me pone como condición que vaya su hermano cuidándola. Ya que puedo hacer. Y lo peor: - Necesito copias de sus credenciales del Ife. Acepto. José Luis, el productor e iluminador le reclama: - Es muy ofensivo el trato que nos das. Como si fuéramos delincuentes. La mamá es agente del ministerio público en Córdoba. Seguro, ve en cada persona, un delincuente. Al fin, hacemos el último ensayo a las nueve de la noche.

III Es una fría y soleada mañana de fines de octubre. Salimos de Orizaba, con escala en Río Blanco y Mendoza. Ahí, abordan Larissa y su hermano. Vamos once personas en la camioneta de José Luis. Algunos comentan que el hermano estorba. Comparto asiento. Aparentemente todo va bien. Cruzamos las cumbres de Maltrata sin problema y entramos al altiplano. Al mediodía nos reciben Gabriel y Paola, los anfitriones de Paso
Nocturno. Vamos al hotel, ahí Larissa exige una habitación exclusiva para ella y su hermano. Mariana, otra actriz, bromea que son unos hermanos incestuosos. Comemos en el espacio donde el grupo presentan sus obras, un cuarto en el segundo piso de una casona del centro, convertida en vecindad. Cocinan para nosotros, en una parrilla eléctrica. Comida entre telones y cojines en el suelo. Checando el vestuario, Larissa exige que las demás compañeras la traten casi como reina. Liliana, estudiante de ciencias químicas que va como asistente, le improvisa algunos arreglos. Cae la tarde y me siento nervioso porque ya quiero conocer la sala Luis Cabrera. Al fin, llegamos, solo queda hora y media. - Roxana, ponlos a calentar cuerpo y voz-, indico a la protagonista de la segunda obra, El tiempo está encima y creo que no podremos ya hacer ensayo general: - Les deseo a todo el grupo que haya mucha mierda.

IV Romualdo-Nahúm es seducido por Clorimonda-Larissa, a ritmo de cantos gregorianos y new age. De nada le sirven las advertencias de su protector canónigo Serapión-José Luis. Vive una doble vida. Después de hacer el amor, Clorimonda-Larissa se levanta por unas copas para brindar. De repente, ella enfurece y sale de escena. "Líquido, líquido", increpa a sus compañeros. Estoy en cabina con Néstor, mi asistente de iluminación y sonido. Nos extraña esa pausa. Nahúm permanece acostado en escena, inmóvil. "¿Qué ocurre?, ¿por qué se ha detenido la obra?", pregunto a Néstor. Tras bambalinas, "Líquido, líquido", continúa gritando la peluda, cada vez más fuerte. Empuja a Liliana, le grita a Roxana y Mariana, la manda a chingar a su madre. Afuera, se escuchan dos butacas rechinar: pareja que sale de la sala. Y luego, ese sonido se multiplica, una y otra vez.
- Sólo hemos venido a hacer el ridículo.
- O quizá hemos tenido el éxito de fracasar. Y la inmovilidad de Nahúm. "¿Por qué no improvisa y salva la obra?", pienso desde cabina. Al fin, todos se alían contra Larissa y la obligan a continuar. Quedan en el patio de butacas unas diez personas, testigos del final de Clorimonda a manos de Romualdo. La segunda obra corre sin problemas. Nahúm empuja a Larissa. Después, la entrega de reconocimientos con su dotación de dulces poblanos para endulzar la noche. Nos dirigimos a cenar. Mientras el grupo comenta la experiencia, Larissa y su hermano desaparecen sin decir adiós, entre las calles lluviosas.
Hace poco, le pregunté a Nahúm, -hoy aspirante a psicoanalista- qué corría por su mente en esos momentos de inmovilidad: -Disculpa, lo he bloqueado.




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